Nacido en 1947 en el centro de Valencia, la pasión creativa anidó pronto en él a la sombra de un mito de las fallas, su propio padre. Don Julián Puche. Está considerado como uno de los grandes escultores que aporta, además de su calidad artística, su extraordinario ingenio y gracia fallera. Como artista de élite está entre los mas solicitados por los presidentes. Fichado y mimado por la factoría Lladró, nunca ha conseguido un primer premio en la sección Especial. Es el maestro que siempre vuelve.

Entré en la Academia Martí de la calle Caballeros, en el dentro del barrio del Carmen, a los cartorce años, cuando se despertaron en mi ciertas inquietudes artísticas. Anteriomente me había formado en estudios elementales. Allí cultiva el dibujo artístico y geometrico en cuya materia destaqué. Mis primeros recuerdos van unidos a aquellos ninots que mi madre vestia en el pasillo de mi casa. Notaba como se sufría durante aquellos años duros de postguerra. Por aquel entonces, con mi hermano y mi primo, visitábamos todas las fallas que podíamos. Incluso recuerdo levantarme un  primer día de fallas por la mañana y notar a faltar a mi padre que aún no había vuelto de plantar.

Julian Puche, mi padre fue mi gran referente. Al comienzo de mi adolescencia tenia muy claro que quería irme al taller con él y ser artista fallero, a pesar de la oposición de mi madre. Mi padre callaba pero en su interior albergaba un cierto orgullo de tener en la familia su sucesor. Recuerdo su respiración larga y profunda cuando dibujaba esos bocetos que yo admiraba tanto en silencio. Me pasaba las horas junto a él.

¿Alternaste taller y formación?

En Octubre de 1961 ingresé en el taller. La falla que se estaba construyendo era la falla “L’Home es un ninot de falla i al so que li toquen balla” para la comisión de Na Jordana en la sección especial. Creía que mi padre no iba a encargar modelar o pintar, ya que era el hijo del jefe y para mi sorpresa lo primero que me mandó fue barrer el taller. Me dijo que si quería ser artista fallero me debia preparar y estudiar. En el taller aprendí del oficio desde la base, cortando cartón, recogiendo clavos….. de hecho aprendí todo allí. Me ayudo mucho el escultor que tenia mi padre, Vicente Martinez, que había estado anteriormente con Luna. Lo ayudaba a sacar y meter barro de la pila.

Por la noche acudía a estudiar a Artes y Oficios junto a otros compañeros que estaban en mi misma situación. Y que venían de los talleres de Azpeitia y Barea, como Ramón de Soto y Martínez Canuto. Así estuvo dos años y al tercero entre en Bellas Artes ( 1964 )

Hablanos de tu padre ¿ser el hijo del mito abre o cierra puertas?

De mi padre no heredé bienes materiales sino un apellido de mucho prestigio que me añadió responsabilidad. Por ser su hijo debía mantener, cuando menos, la calidad en mis producciones. Mi debut creo mucha expectativa. Al principio me favoreció llevar este apellido. Julian no cursó estudios académicos, se formo en Artes y Oficios. Fue autodidacta. Mi abuelo era artificiero, militar profesional, fundador de la Sociedad de animales y plantas. Mi padre le dijo que quería ser escultor pero mi abuelo estaba convencido de que de esa profesión no se podía vivir. Aún así le buscó un buen taller donde comenzó a trabajar llevando capazos de arena y modelando determinadas piezas que le encargaban. Por la primera semana le pagaron una peseta y por la segunda otra. Como no cobraba mucho mi abuelo le buscó otro trabajo en Hispano Olivetti donde se dedicó a reparar máquinas de escribir. Por las noches aplacaba su ansiedad artística dibujando y modelando. Cuando terminó el servicio militar y se casó firmo su primera falla para la comisión de Pelayo por mediación de Pepe Vizcaíno. Se buscó un taller junto a la calle Corona y allí la construyo. Ese fue el comienzo del camino.

¿ Ha evolucionado el monumento desde esa época?

Por supuesto que sí. Han surgido nuevas propuestas que tienen su clientela. Al consumidor fallero le gusta lo que se le oferta. Si las comisiones hubieran querido que las fallas fueran de otra manera el monumento hubiera evolucionado en otra dirección. Ahora se paga más y el que paga quiere ver en la calle grandes volúmenes. Las fallas evolucionan según marca la demanda, según evolucionan los que las pagan. Alfredo Ruiz, que ha sido el máximo exponente de la coherencia estética, ha tenido que dejar de hacer fallas por eso. Creo que un artista debe ser fiel a su gusto.

Realizas fallas junto a tu padre durante las décadas de los 60 y 70, firmándolas a partir de mediados de los 70 tú solo. Mas tarde las abandonas y optas por otras actividades creativas.

Hago mi último proyecto en la sección Primera A para la comisión Obispo Amigó en 1982, “Las bodas”, y me alejo de las fallas en 1984, totalmente saturado, después de morir mi padre con 68 años. Me voy del taller y se los alquilo a Martínez Canuto con quien colaboro durante esos años de ausencia voluntaria. Regreso en 1992 tras ganar el concurso para hacer la falla de la Expo de Sevilla a la vez que colaboro con Ramón Espinosa para L’Antiga donde modelo las cabezas de los indios y conquistadores de “500 anys després”. Mientras, trato de firmar para 1993 pero no encuentro con quien. Voy mendigando falla y me ofrezco a las comisiones, pero nada. Así apareció la posibilidad de hacérsela a Archiduque Carlos a través de Joan Canet. Era 1994 y significó mi regreso por la puerta grande ya que conseguí el primer premio de sección Primera A con “Prehistoria Fallera” y el ninot indultar con “Fallers del futur”.

¿Cuándo crees que alcanzaste tus más logradas producciones”

Mis mejores años fueron los que planté junto a mi padre en Na Jordana. En 1973 “ Porcades”, en 1974 “Les mil i una nits o molt de conte” y en 1975 “Naufraguen les tradicions”, la cual significó la despedida en la Especial de él. A partir de 1973 ya tenía toda la vía libre en el taller y acabé modelando y pintando demasiado. Ello me saturó. Eso, junto a su muerte, me ayudó a tomar la decisión de dejarme las fallas desde 1982 hasta 1992. También guardo en la memoria “El diari d’Ampa”, para la comisión de Quart – Palomar en 2004 como una de las fallas de la que más satisfecho me siento, en donde disfruté como nunca y que creo que supe transmitírselo a los espectadores.

Y mientras compartiendo esta actividad con tu labor de escultor en Lladró. ¿Crees que ello ha frenado al mejor Puche?

Profesionalmente el Puche más libre fue el que plantó en Valle de Laguar – Padre Ferris ( 2001-2002 ) pero si no hubiera estado en Lladró hubiera plantado mas fallas en Especial. ¿Hubiera sido el mejor Puche o el peor?, no lo sé. Habría sido otro. Puche acierta y se equivoca, sufre mucho y lo hace siempre como cuando comenzaba. Lo que sí puedo afirmar es que Lladró me ha permitido hacer proyectos capricho como el de Valle de Laguar.

¿Porqué no has apostado nunca por ganar en la sección Especial? ¿Es una categoría donde los artistas debéis ser conservadores para triunfar?

Tan conservadores como en Primera A, a propósito, ¿qué es no ser conservador?. Este año de 2007 estoy más clasicón que nunca pero no me traiciono haciendo lo que hago. Igual es porque no soy un gran artista, como otros, que si hicieran lo que yo hago sería como una pequeña traición. Soy una persona que disfruta con los que hace y realizo las fallas que me gustan. Ya me di cuenta hace unos años que no podría ser el gran artista al que aspiraba, como Horacio Silva o Miquel Navarro, que han triunfado en el mundo del arte. Ellos cogieron su camino y yo el mío. Empecé en Especial con mi padre pero cuando entré en Lladró nos dejamos la categoría porque no podría compaginarlo todo. ( Le dije que estaría con él hasta que el quisiera pero no es Especial y menos disponiendo de medio día. En el año 2004 me dejé Lladró y al año siguiente hice falla en Especial para la comisión de Exposición. “Amor a cuatro patas”.)

¿Cómo justificas delante de la comisión el presupuesto que te dan?

He plantado alrededor de veinte fallas durante mi carrera encontrándome con pocos presidentes y muchos premios. A veces se me ha exigido pero normalmente me han dejado trabajar a mi aire. El año que hice la falla de Archiduque Carlos (1994) los falleros me confesaban, una vez plantada, la preocupación que habían sufrido al no haber visto nada durante el año… ¡y que contentos quedaron!. Tengo la suerte de que mi trabajo siempre ha gustado y las comisiones lo saben. De todas formas el premio da mucha tranquilidad.

¿El dinero favorece el conservadurismo y el no tener ingenio?

El dinero perjudica más que beneficia porque si te dan más, tú mismo te pones un nivel de exigencia más alto, ya que sabes el esfuerzo que ello representa para las comisiones. El dinero te genera presión añadida y te exige más premio y el no tenerlo libertad. Si te dan poco puedes hacer proyectos más arriesgados. Ellos saben que poco dinero equivale a poca exigencia.

¿Se mojaban más en sus criticas los artistas de otras épocas?

Haciendo un poco de historia podemos recordar que la falla era muy crítica cuando surgía de manera espontánea desde y para el barrio. Cuando no estaba controlada. Era muy incisiva porque quienes la plantaban no se debían a nadie. Hasta que entré el Ayuntamiento y comenzó a cobrar un impuesto por plantar. A partir de entonces se perdió cierta libertad. Con el tiempo las fallas evolucionaron y las comisiones las comenzaron a encargar a artistas que no vivían de ellas. Eran profesores de Bellas Artes que podían permitirse realizar criticas nada conservadoras. En la época de Regino Más y Modesto González, anos 40 y 50, aún se visionaban retazos de ingenio y crítica que trataban de salvar a los censores de la época. Poco a poco llegamos a los años 60 y 70, cuando se acaba imponiendo la falla artística a la satírica. Son los años de Debón, Huerta, Luna y Puche, que son mas creativos y menos críticos. De esa época los más grandes guionistas son Soriano Izquierdo y Raga que aportan su humor satírico. Posteriormente llegan Agulleiro y Santaeulalia con su humor personal y Alfredo Ruiz con sus fallas-denuncia.

Existe la falsa creencia de que los monumentos de la transición fueron muy críticos, pero no lo eran tanto incluso menos que en la actualidad. Hoy si existe la crítica pero es politicamente correcta; estamos en la era de lo light.

La falla sin gracia no la concibo, para mi no tiene sentido. Me gusta la crítica del bario aunque ahora ya no es como la de antes. El barrio se ha deshumanizado. Hoy las fallas tienen un carácter más internacional.

¿Creas por impulsos?

Creo trabajando y el resultado es la falla. Muchas veces pienso en la frase de Picasso “que vengan las musas y que me pillen en la faena”. Primero se me ocurre la idea y luego la trabajo. Sé que a las musas no les pago bien porque no me traen ideas geniales, las tengo que perfeccionar mucho. Sin ir más lejos, el otro día se me ocurrió una idea sobre hospitales para una futura falla, pero no tenía remate. Después de darle muchas vueltas ya he dado con él.

¿Los proyectos deben ser el resultado del esfuerzo de un solo creador?

Hay falla que es imposible que sea de uno solo pero trato de que las mías sí lo sean. No hago otro tipo de fallas porque pienso que no serían totalmente de mi cosecha. Idea, modelado, pintura y humor tienen que ser propias. Lo que más me gustaría que la gente viera en mis fallas en la gracia. Lucho porque mis obras estén perfectamente equilibradas. De esa manera ganaré.

¿Veremos un Puche en el Ayuntamiento?

Rotundamente no. Para esta plaza he realizado dos colaboraciones, una con los hermanos Ferrer en 1997 (“La nostra història”) y otra en 2006 con Ramón Espinosa en “Imagine”.

La del Ayuntamiento tiene que marcar tendencias y debería contratar directamente con los artistas sin someter la adjudicación a concurso. Yo contrataría a artistas de gran renombre, aunque no fueran falleros, y les daría libertad total para crear. Les propondría la falla a Berlanga y a Mariscal. El problema es que es un tema político.

¿Qué te queda por demostrar?

¿Qué haría si no plantara fallas ¿. Las ganas y la ilusión me comen por dentro. Es un veneno que me engancha. De todas formas el año que viene no haré falla (2008) y para comprometerme a ello ya se lo he dicho a mi mujer. Mi mujer y mis hijas se alegran de ello porque ven que me pongo muy nervioso, que me sube la tensión, que me agobio. Padezco mucho. Pero hasta que no me jubile tendré que hacer cosas porque tengo un taller que mantener.

¿Conserva tu memoria alguna falla mítica?

Recuerdo la de Carlos Cortina para la plaza de Mariano Benlliure de 1928 “De València a Nova York en les ales d’un parot”. Para mi sólo el lema ya es un icono. Me han contado que en la parte trasera de esa falla aparecía una escena sobre seguros que se llamaba la Persiacás. Magistral. También la falla de Regino Más para el Mercado Central,”Subvencions” de 1954 y la de Convento Jerusalén de 1958 “Sobre ruedas”.

¿Quién te ha hecho reir a carcajadas?

Ortifus con la falla de las camas para la comisión de Blanquerias de 1994 “Camas” y la de 1988 en la plaza del Ayuntamiento junto a Manolo Martín “Lo tenemos todo debajo, pero…..”

 

Entrevista realizada por Javier Tejero al artista José Puche en el año 2007